No es el prototipo de novela que se desarrolla a través de un tiempo continuado y los diálogos de los personajes; el tiempo está estructurado en el presente y en el pasado del personaje en el que recae el máximo interés, el centro único de la narración, los otros personajes pululan a su alrededor como expresión de su yo, su pensamiento y su buen o mal hacer. Nada es justificable y todo es tal cual, las razones están pero no son. Si en un principio, el tema y la narración no me llamaba demasiado la atención, según avanzas en su lectura, te sientes más centrado en la novela, en la dimensión humana que describe, la exposición de una vida de rasgos no tan alejados a los de otras vidas, al pensamiento crítico, ingobernable y no censurable en uno mismo, en una realidad ajena al vicio de esconderse.
ARGUMENTOToni, un profesor de instituto enfadado con el mundo, decide poner fin a su vida. Meticuloso y sereno, tiene elegida la fecha: dentro de un año. Hasta entonces cada noche redactará, en el piso que comparte con su perra Pepa y una biblioteca de la que se va desprendiendo, una crónica personal, dura y descreída, pero no menos tierna y humorística. Con ella espera descubrir las razones de su radical decisión, desvelar hasta la última partícula de su intimidad, contar su pasado y los muchos asuntos cotidianos de una España políticamente convulsa. Aparecerán, diseccionados con implacable bisturí, sus padres, un hermano al que no soporta, su exmujer Amalia, de la que no logra desconectarse, y su problemático hijo Nikita; pero también su cáustico amigo Patachula. Y una inesperada Águeda. Y en la sucesión de episodios amorosos y familiares de esta adictiva constelación humana, Toni, hombre desorientado empeñado en hacer recuento de sus ruinas, insufla, paradójicamente, una inolvidable lección de vida.
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