¿Se acuerdan ustedes de aquel individuo en las películas del oeste, de vaqueros, pistoleros, indios,… que llegaba a un pueblo todo arreglado, con chaqueta y chistera, en un carromato lleno de frascos de un mejunje cura todo? En mitad de la calle, sobre la plataforma de su carromato, dicho charlatán ofrecía a diestro y siniestro el frasco que descansaba en los estantes de su carruaje. Tan pronto valía como crece pelos como para dolores de barriga, de muelas, o sucedáneo del whisky. Un vendedor que a unos se le antojaba el salvador de sus males, a otros un entretenimiento ante sus grandilocuentes palabras que llovían de continuo sobre los que le escuchaban, un charlatán de feria; mientras que algunos otros consideraban que aquel individuo no era ni más ni menos que un embaucador.
Un brebaje sin componentes, sin ingredientes, sin identificaciones, sólo con la etiqueta del milagro pregonado.
¿Les resulta familiar? No. Sí. Pues acérquense a una charla, debate, mitin político,… en la calle, en la tele, en el periódico, revista, panfleto o libelo, en la radio,… donde ustedes quieran y tal vez, sólo tal vez, o sin tal vez, tengan suerte y puedan percibir a un hombre en chaqueta o vaqueros, o en cualquier otra indumentaria, sin levita y chistera, aunque a veces con frac, con calvicie o sin calvicie, que con su cháchara de todo por y para las dolencias del pueblo, nos o les ofrezca un frasco de elixir genuino arreglalotodo. ¿Serán las posibles medidas de un posible político y su posible política, las de un posible partido de gobierno o de la posible oposición con un posible ¡Toma del frasco Carrasco!? Ustedes mismos. Atrévanse, pero estén atentos si por suerte o por desgracia se encuentran un posible embaucador, no sea que posiblemente les hipnotice y pierdan la posible facultad de pensar y obrar en plena posible libertad de opinión, no posiblemente masificada. Ustedes mismos… porque siempre habrá alguien que pueda posiblemente vendernos o venderles un botijo en pleno posible invierno o un botijo sin agua en pleno posible desierto. Hagan memoria, observen, escuchen,… Yo me humillo ante ustedes, también compré botijos, más en mi juventud; hoy, ya no soy joven según, Camilo José Cela
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