CORREO ELECTRÓNICO

domingo, 12 de diciembre de 2010

HUMILLACIONES.7

A la justicia la pintan ciega, tal vez a la realidad, a los acontecimientos; es mejor no mirar que ver la crudeza de lo ocurrido, mejor mirar a otro lado, taparse los ojos, ser cegada, hacerse la despistada, ante... por ejemplo el Sáhara y la vileza de los desalmados atacantes y los muertos que quedaron en el suelo.
A la vez que ciega, tal vez sea también muda; no habla y si lo hace practica decires políticamente correctos, mantiene las formas y politiqueos, sin llegar a la verdad, a la esencia del trance.
A la vez que ciega y muda, tal vez también sea sorda; sorda a las lamentaciones del tercer mundo, a la mujer muerta que como defensa tenía un papel con una orden de alejamiento no respetada, al indigente,al inmigrante explotado por el mundo desarrollado, al débil, al excéptico, al ácrata, al alarido del dolor, a la angustia, al miedo, al humillado...
Amordazada, con otitis profunda y tartamudeo generalizado, que pierde el sentido del tiempo y del lugar y de la verdad. Madre y tutora de leyes de mayoría que hacen comulgar con ruedas de molino a los desheredados, vejados y humillados... Ignominia.
La justicia la pintan de piedra; tal vez como Sara, la mujer de Lot, al volverse y mirar para atrás se conviertió en estatua de sal, aunque la justicia lo hiciera en estatua de piedra.
Una balanza de platillos equilibrados en su mano izquierda. El equilibrio de lo social, ricos frente a pobre, que pesan lo mismo, pues un rico vale por muchos cientos pobres. ¿Qué harían los ricos sin los pobres? Se desequilibraría el mundo, los ricos necesitan de los pobres; si todos fuésemos ricos, quién iba a trabajar para los ricos. Equilibrio, un rico por muchos pobres, así se compensan los platillos.
Una espada en su mano derecha. Una espada que como la de Damocles pende sobre el que osa ser diferente a los tiempos que corren.

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