¿Por qué, adentrados en el siglo XXI, asentada la democracia, el individuo claudica su acción civil, su participación ciudadana frente a la acción política? ¿Con el voto, cada cuatro años, con alguna que otra manifestación cuando peligra el trabajo o la retribución económica, se siente satisfecho y partícipe de pleno derecho?
En los últimos años del franquismo y en los primeros de la joven democracia, el asociacionismo generaba un interés humano, creativo, lúdico,... se creaban casas regionales, asociaciones de vecinos, asociaciones culturales, puntos de encuentro, tertulias, cineforum,... cada cuál según sus intereses y motivaciones y, a veces, se asistía o se participaba en varias. Hoy, reflejamos un estar individual, menos colectivo. ¿Tal vez el aburguesamiento, el desinterés, internet,...?
La falta de recursos, en algunas poblaciones, no es justificación; en épocas anteriores tampoco existían o eran mínimos y aún así, con voluntad e interés, se creaban. ¿Dónde están esos jóvenes que debieran tomar el relevo, el testigo? ¿Dónde se encuentra el adulto? ¿A qué punto hemos llegado después de tanto trabajo, da tanto hacer y querer?
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