El escritor francés Antoine de Saint Exupèry, en su libro “El Principito”, narra la existencia, en el cuarto planeta, de un hombre de negocios que cuenta y posee estrellas.
(Léase el siguiente corta pega de dicho capítulo)
<< El cuarto planeta estaba ocupado por un hombre de negocios…
—Tres y dos cinco. Cinco y siete doce. Doce y tres quince... Quince y siete veintidós. Veintidós y seis veintiocho… Veintiocho y tres treinta y uno. ¡Uf! Esto suma quinientos un millones seiscientos veintidós mil setecientos treinta y uno.
—¿Quinientos millones de qué?...
—Millones de esas pequeñas cosas que algunas veces se ven en el cielo… Estrellas.
—¿Y qué haces tú con quinientos millones de estrellas?
—Nada. Las poseo.
…
—¿Y de qué te sirve poseer las estrellas?
—Me sirve para ser rico.
…
—¿Y cómo es posible poseer estrellas?
—¿De quién son las estrellas? —contestó punzante el hombre de negocios.
—No sé. . . De nadie.
—Entonces son mías, puesto que he sido el primero a quien se le ha ocurrido la idea.>>
Antoine de Saint Exupèry (desaparecido el 31 de julio de 1944, mientras volaba en una misión de reconocimiento) puede considerarse un adelantado, un profeta a los tiempos que corren en España, pues a través de los estatutos, ciertas comunidades cuentan, no estrellas, sino el agua del río que pasa por sus tierras y lo poseen, es suyo.
La Junta de Andalucía poseía el Guadalquivir.
La Junta de Castilla León poseía el Duero.
Y digo poseía porque el Tribunal Constitucional, ante el recurso de la Junta de Extremadura, ha declarado inconstitucional tanto la posesión del Guadalquivir y del Duero, ya que dichos ríos atraviesan otras tierras.
El Principito se preguntaría, en este caso, cómo es posible poseer ríos.
¿Dividirán los ríos en trozos y se los repartirán en “cachos” proporcionales al recorrido por sus tierras?
¿Dividirán los ríos en trozos y se los repartirán en “cachos” proporcionales al recorrido por sus tierras?
¿Qué nueva contestación le ofrecerán al Principito?
-No es posesión, es gestión administrativa.
Entiendo que el concepto de universalidad quede grande a la idiosincrasia, planteamiento, pensamiento y quehacer político de algunos, pero de ahí a…
No es extraño que el Principito se volviese a su pequeño planeta. ¡Quién pudiera!
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