Las guerras civiles, como cualquier guerra, llevan aparejada la sinrazón en ambos bandos. Siempre se ha dicho que no se debiera olvidar la historia para no volver a cometer los mismos errores. Lo que no tiene sentido es no dignificar las víctimas que lo fueron ante la criba por el bando ganador sin respetar los derechos más humanos. Todos acabaron con sangre en las manos y no se puede ajusticiar a otros por lo que tú también has hecho. El perdón debiera ser el primer elemento para construir una sociedad, mas no la política de genocidio, al estilo de "por donde pasaba el caballo de Atila no volvía a crecer la hierba". Estas actitudes solo hacen que exista un dolor a la sombra, soterrado ante el miedo a ser una nueva víctima. Hay que cerrar heridas.
Hoy, se ha abierto una nueva etapa en España, en busca de solución aceptable a dicho proceso de avance frente a sentimientos capados.
Recordamos también a Chile. Recordamos a Allende que no se rindió y fue bombardeado, donde se encontraba refugiado. Recordamos a Víctor Jara, un cantautor represaliado por ser la voz del pueblo, torturado, al que le cortaron la lengua y fusilado, 40 balas.
García Lorca, Miguel Hernández,...no chilenos y si españoles.
No debieron de morir, aunque no han muerto en la clandestinidad. Pero hay cientos desaparecidos que solo su recuerdo pertenece a su familia, los grandes olvidados, un número más en las venganzas. Se puede aparcar* la guerra, pero ¿cómo aparcar lo que vino después?
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