CORREO ELECTRÓNICO

jueves, 8 de noviembre de 2018

DE TIMBRES Y TIMBRAZOS EDUCATIVOS


Clin, clin

No, no es el timbre de la recepción de un hotel; no, no es el timbre para llamar al recepcionista. Es un timbre en la mesa del maestro para llamar al orden a los alumnos y alumnas. Una nueva medida que debe clonarse en todas las aulas, dicen; dicha medida servirá de futuro estabilizador frente a la falta de cortesía, de interés, de modales, de silencio, de educación, …Eso es lo que dicen perseguir. 

Me pregunto: ¿no estaba ya clonado el enfado, el castigo, la reprimenda y aún así seguía el ruido distorsionador del colectivo de alumnos/as? ¿Servirá como el borrador para golpear la pizarra cuando a un profe le dé la neura?

Clin, clin, clin. clin, clin, clin y más clines por los nervios desatados ante la actitud del mucho hablar y el poco callar de los chavales/as de hoy en día. ¿Volaran los timbres por encima de las muchas cabezas?

Me recuerda la campanilla de la maestra de antaño, pero, en el antaño, se sujetaban bastante los escolares. Hoy, es hoy; el ayer pasó raudo por una sociedad desvirtuada en intereses y valores. Mas no importa, el timbre conseguirá lo que parece no conseguirse ni con la empatía del maestro/a.

Graciosa es la iluminación pedagógica de los iluminatis, que son capaces de hablar de dicha medida como el no va más, a la vez que reconocen no saber actuar ante la problemática escolar. ¿Qué medidas tomar frente a los pupilos de las sillas y mesas?

Un timbre, un timbrazo, varios timbrazos, pedagogía barata a la altura de los padres de la escuela nueva. Antes muerta que sencilla, ay que sencilla, ay que sencilla ,…

¿Segregarán saliva al oír el timbrazo, como en el experimento de Paulov con la campanilla y la presencia de alimentos en el perro?
La diferencia es que el estímulo condicionado en el perro era experimental o demostrativo conductual y en el caso del timbrazo escolar es una medida a tomar de presuntos resultados aceptables. Y sabemos que, al desaparecer el estímulo alimentario, fue desapareciendo la respuesta del perro. ¿Desaparecerá también en el educando con el paso del tiempo, con la novedad convertida en hábito y el hábito en monotonía, rutina, desinterés, flojera conductual?

El juego de la burocracia, enmarcada en este tipo de medidas, desvirtúa la verdadera enseñanza, el verdadero interés por enseñar y aprender. No lleva implícito el carácter lúdico, por si alguno se le ocurre utilizar este principio metodológico, el de cachondeo sí.

El maestro aducido por un timbre, explotará, ante el infierno de voces, y, de sus carnes abiertas, saldrá este pequeño instrumento dotado de una polifonía pedagógica.

¿Existirán timbres bilingües?

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