HABLEMOS
DE EDUCACIÓN
UN
ANTES (añoranzas)
Allá en tiempos pasados, un nutrido grupo de jóvenes
maestros (educados en la filosofía de la
Escuela Nueva, en los padres de la educación al servicio del alumno, de una
educación conceptual y global, centrada en el espíritu de la infancia y
juventud -en su querer conocer, en su proyección cultural, artística, de saber,
razonar, crear, en la libertad de pensamiento,…- de una enseñanza práctica,
racional, lúdica, creativa, individual, sin tópicos,…de un desarrollo al
servicio de un ciudadano con los suficientes recursos para desenvolverse en
sociedad y en su ámbito particular,…) salió de las Escuelas de Magisterio
con ánimo de comerse el mundo y, en concreto, el mundo educativo. Honestos,
ilusionados, trabajadores, ingenuos, con escasa o nula experiencia que
sustituían con la fuerza de sus ideas y de su juventud. Una ilusión que les
hacía valientes y deseosos de proyectar ese cambio que requería la escuela, a
pesar de los sinsabores y muros a derribar. Y el cambio se hizo notar para bien;
subió enteros, como las acciones en bolsa. Miles de experiencias, cientos de
formas diferentes, pero con un mismo fin, un mismo objetivo. Formación
continua, intercambio de experiencias, tertulias educativas,… sin los grandes
recursos con los que se cuenta en la actualidad. Cuatro cacharros, un reciclado
y resultados que avalaban que iban por buen camino; solo necesitaban un lugar,
un alumnado, su voz, su palabra y los cuatro cacharros, lo demás podía ser
irrelevante. España mejoró, nuestra educación era ejemplo para otros países,
hasta algunos ejercieron de ponentes de manera gratuita en el extranjero.
Imprentas artesanas con las que imprimir los trabajos creativos de los alumnos,
talleres literarios, laboratorios, reciclado, huertos escolares, salas de usos
múltiples, bibliotecas de centro y de aula, variedad de deportes frente a la
gimnasia de plinto, potro y paralelas, psicomotricidad y motricidad fina,
expresiones y lenguajes del cuerpo, entre ellos el teatro. Granjas escuelas,
cooperativas,.. Un sinfín de vivencias. La educación se liberó de traumas, como
la sexualidad, el aparato reproductor, el embarazo,… (los niños ya no venían de
París, ni los traía la cigüeña). Desde dentro, desde las aulas se proyectaba el
cambio. Siempre dispuestos a modificar aquello que no funcionaba y a limar
asperezas y errores. Fueron años de gloria, sueldos bajos y horas extras
gratuitas, ello empezó a dignificar nuestra profesión. Las Ciencias de la
Educación estaban al pie de la propia enseñanza. Sin ser padres, nos enseñaron
a conocer física y psíquicamente al niño y el ámbito de éste. No fuimos ni
somos dioses; como mucho, dioses menores en nuestra profesión. No tomamos las
calles, tomamos las aulas.
Escuelas de padres, apas, universidades de verano,… aún
recuerdo mis ponencias sobre la participación de la familia en el centro y en
el aula, en la Universidad Rey Juan Carlos, y, en la Universidad de Aranjuez,
sobre la expresión corporal y el teatro en la escuela, junto a otras elaboradas
ponencias de otros compañeros/as en temas variados, y las excelentes
exposiciones de trabajos en Educación Infantil.
Las escuelas públicas llenaban sus aulas.
UN
DESPUÉS (La tibieza del presente)
Si al principio las leyes educativas intentaron regular esa
fuerza de una escuela renovada, paulatinamente han ido sembrando discordia y
han ido diluyendo ese espíritu de renovación, concentrándose en solo política,
bajando enteros, como las acciones en bolsa. Freinet volvería a hablarnos de intrusismo. Los
desertores de la tiza asesoran, sin vivir el día a día en el aula, aulas
abandonadas al devenir de la crisis educativa. Ocupamos una posición baja en la
escala de resultados y calidad, colegios, institutos, universidades. La pública
desahuciada, los maestros vilipendiados vilmente por instituciones oficiales,
padres y maestros en aceras diferentes,…
No es oro todo lo que reluce, se establece un trabajo de
cara a la galería.
El maestro ha dejado de ser un baúl de recursos; los
supuestos métodos, con un marcado esnobismo del momento, intentan acaparar y
clonar los claustros. Ayer, un constructivismo; hoy, un método abn; mañana,
Dios dirá. Y el afamado bilingüismo que desentona por su marcado carácter de
puesta en largo político más que educativo y su interferencia, que no la
convivencia, con la lengua oficial, el español o castellano; los extranjerismos
se hacen visibles hasta en el lenguaje coloquial. ¿Qué hay de la riqueza de
nuestra lengua, una lengua de palabras celtas, latinas, árabes, adoptadas,
tecnológicas,…? Y la discriminación de
maestros bilingües y no bilingües, hasta en la nómina.
Al igual que en la obra cinematográfica “El lenguaje de las
mariposas”, la soledad se hace presente en profesionales y quedan reducidos a
simples funcionarios de vida más o menos acertada que flota entre la desilusión
y el escarnio, frente a aducidos y temerosos y no de la obra de Dios. Dios no
existe, dioses paganos lideran con sus endiosamientos la cárcava sin fondo.
La libertad de expresión es demonizada, la libertad de
cátedra escondida en los albores del pasado, derechización de las instituciones
educativas, de las universidades, delegados universitarios frente a sindicatos
de estudiantes, recortes educativos, subidas de tasas, becas inicuas,… un
sinfín de coacciones a la educación. No hay mejor paredón que convertir a un
maestro en funcionario, entiéndase el epitafio.
Y, a todo ello, habría que sumar la burocratización de la
enseñanza y del enseñante. Papeles que regentan la labor a realizar, comiéndose
lo verdaderamente importante, la transmisión de conocimientos necesarios y de
recursos variopintos que doten al alumno de las necesarias estrategias para
valerse de forma autónoma y desarrollar una capacidad de razonamiento en
libertad, su propio pensamiento.
No solo un lenguaje choni, sino una actitud choni es
aplicada sin miramiento hacia el técnico de educación, al que se enfrenta a
diario a una clase, a unos alumnos intentando que comprendan y que evolucionen.
Nuestra labor es observada con el rabillo del ojo, tal vez de un ojo tuerto,
pero eso no importa, en democracia es lo que se lleva, demonizar más que
colaborar, dejando a un lado el bien y fin educativo. Y, desde luego, todos los
caminos no llegan a Roma.
Los tiempos cambian actualmente para mal. Y ahí están los
resultados.
UN
MAÑANA (sin escribir)
¿Tomar la calle?, tal vez. Mas la verdadera lid sería
volver a tomar las aulas. Pero, ¿quién le pone el cascabel al gato? Unos, los
más viejos del lugar, en sentido figurado, están abrumados de mantener el
testigo encendido, escarmentados por el fluir deshonesto, calambrazos y
pedradas; los más jóvenes, con un diseño de carrera más administrativo y menos
pedagógico, se encuentran en un mundo difícil de congeniar enseñanza con el
muro de los tiempos presentes. Un muro de lamentaciones y técnicas de supervivencia.
El canto del loco
No hay comentarios:
Publicar un comentario