CORREO ELECTRÓNICO

sábado, 29 de enero de 2011

HUMILLACIONES 13

Primera pregunta: ¿Eres español, o de alguna comunidad o país de España?
Segunda pregunta: ¿De descendencia antigua, es decir, de los de sangre caliente en su genética?
Tercera pregunta: ¿Te sobra tiempo de tu tiempo personal?
Cuarta pregunta: ¿Te aburren los libros, las tareas del hogar, el deporte,…?
Quinta pregunta: ¿Te encuentras insatisfecho?
Sexta pregunta: ¿La cultura es poca cosa para ti?
Si es sí, sí, sí, sí, sí, sí, o casi todo síes, podremos llegar, con presunción de inocencia, a la conclusión de: Te gustan las fiestas, la siesta y despellejar al vecino (las sevillanas, el sombrero cordobés y los toros pertenecen al presente-pasado)
Está claro que a través de los intereses y la educación recibida se proyecta cada cual; y, hoy, en la actualidad más simplista, con miras al pasado, pues todo tiene pasado y referentes, uno de los deportes favoritos es despellejar al vecino. Y cuando digo vecino, me refiero a otra persona del entorno: al carnicero, al pollero, al pescadero, al maestro,… y al propio vecino. En los parques, cafeterías, entradas al colegio, tertulias de mercado,… se observan lenguas viperinas que lo dan todo por hablar y afilar las lapiceros en contra de alguien, hoy a éste, mañana al otro. Con garbo se practica el marujeo sonoro, de cencerro y cencerreo; y, allí, donde alguien cree ver al diablo, otros caen en éxtasis bajo su dominio. Al final, este aquelarre de gente que lo ve todo, que lo sabe todo, que practica el canibalismo soterrado de la democracia de digo lo que digo por no callarme y tener todo el derecho del mundo, este conjunto de príncipes y princesas de nula sangre regia,  se atenaza al cuello del gilipollas de turno, pues ¿qué otra cosa pueden  hacer? Estos caballeros y “caballeras” de la orden del no bozal, del escaso seso de sesera, del aburrimiento culto y educativo, pululan como malas huestes buscando donde cagarse y mearse, tal vez como los perros para marcar su propio terreno, el de su propia frustración. Indolentes al escarnio arremeten con tesón ante cualquiera irregularidad del terreno, creyendo en ello ver el designio del destino, la misma mano de Dios, aunque algunos ya desterraron este término, palabra, concepto, nombre,… de su lengua de reptil que entra y sale pringándolo todo de escupitajos. El borde afilado de las navajas de Albacete no es tan diabólicamente cortante como una lengua calzada de disparates inoportunos y chascarrillos. Y acabada la faena, sin pena ni gloria, recogen sus mustias carnes fofas y se disponen a dormir la mona de la gloria no alcanzada. Una España que alguien definió de cabra y pandereta. Mas la cabra, femenino,  tiene al cabrón, masculino, como la pandereta, femenino, al pandero, masculino.

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