Gracioso se me hace, a la vez que un tanto “espeluznante” la discusión política traída y llevada en Madrid capital referente a “los sin techo”. Según parece, el actual alcalde de Madrid, Gallardón, desea retirar a “los sin casa” de las calles de la capital. La furia política habla desde una excusa de ¿limpiar? la ciudad a una violación del ¿derecho? del “sin techo” a elegir albergue o calle. Miren ustedes, sea Gallardón o sea el mismísimo demonio, darles un albergue para que se recojan no está mal, ni para los “sin techo”, ni para las calles. Me importa un rábano, es un decir, la razón o la ideología política; lo que debe interesar e importar es la medida, y ofrecer una plaza en un albergue no debería traumatizar ni al político de turno ni ofuscar al “sin techo” frente a la libertad de elegir casa o cielo (en invierno bien que lo busca, sea bajo un portal, túnel, pasillo, puente,… y, en verano, no creo que por poderse tumbar en las aceras de la capital, panza al cielo, goce bucólicamente de momentos placenteros contando las estrellas del firmamento en un cielo narcotizado de contaminación.
Olvidándonos de la política panfletaria, podríamos elucubrar sobre la ética del hecho; y, a nivel administrativo, si se tiene la infraestructura necesaria y si se necesitan más y mejores medidas para erradicar la pobreza.
No seamos “tan de tan” hablando de la pobreza en el mundo, del perdón de la deuda de los “países pobres”, del 0,7,… y después para Madrid capital caigamos en el ostracismo político revestido de insaciable puritanismo.
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