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domingo, 29 de mayo de 2011

DE LA MUGRE LITERARIA

(Para el posible lector: Los personajes que aparecen en el relato son reales, al igual que la propia narración, aunque sus nombres hacen relación a las incógnitas matemáticas X e Y, y el texto se desarrolla en tintes literarios)

En un lugar del ayer, próximo al hoy, dos individuos ciudadanos, llamémosles X e Y, se encontraban entre una multitud de súbditos de diversa estirpe asociacionista. La reunión, con los allí invitados, perseguía la coordinación y programación consensuada, a través de un coordinador cultural que saldría de entre ellos. Y todos deseaban acercar el ascua a su sardina; miento, todos no, pero sí la inmensa mayoría.
X era un joven creador que perseguía sentir el arte en su más pura esencia, sin colorismos ni condicionamientos sociales, educativos, religiosos, políticos,… y, a su manera, dominaba con sutilidad la palabra literaria y ciertos artilugios de la misma, intentando crear a la vez que dominar la creación.
Y  era el clásico exaltado de la preadolescente democracia que loaba un pseudo-progresismo como quien loa a la virgen de su pueblo.
Cuando X tomó la palabra expuso la necesidad racional y ética de centrarse más en el concepto de arte y artista que en el del asociacionismo vecinal o regional que ya habían obtenido su parcela particular y cuyos tintes o bien políticos o bien folclóricos, en el barrio en el que vivían o en las tierras que les vio nacer, no eran ciertamente recomendables para dicha coordinación cultural.
Y hizo su ditirambo político exaltado hacia un progresismo pseudo-cultural con su ¿literatura? bastarda de paupérrima letra literaria.
Al acabar la reunión, mientras X tomaba el frío de la calle, Y se le acercó y le espetó un: “tu escritura es de izquierdas o de derechas”. X, aunque diestro desde que tenía uso de razón, supuso que no era un problema de psicomotricidad, ni requería una contestación de escribir con pluma, pilot, máquina de escribir o con los nuevos aparatos del mercado “los ordenadores” que muchos de ellos llevaban en su inicio clavijas americanas. Su respuesta fue un simple y sencillo ¿Importa ello? Y respondió con un sí rotundo, pues dependiendo de la respuesta, él deduciría, en un cien por cien, si estaba hablando con un buen escritor o, por lo contrario, con un mal escritor; es decir, si X escribía por y para el pueblo, su literatura sería encomiable, un escritor de compromiso, un buen escritor; mas si X no lo hacía así, sería justamente lo contrario. ¿De izquierdas, bueno? ¿El resto miserable?
La mente despierta de X tropezó con la miseria de la gente. Le hubiera gustado hablarle de escritores, de verdaderos escritores, de reconocimiento nacional e internacional, y de ambas ideologías; no sólo García Lorca recibió “El disparo de la gracia” nacionalista, no sólo Miguel Hernández recibió la cólera de los vencedores, También los otros, los cercanos al otro bando, lo recibieron de los unos. Le hubiera gustado contarles el presunto castigo de ciertos escritores de fama reconocida presuntamente castigados sin el Cervantes ¿por su ideología política?, pero la luz de su interior le provocó un escalofrío diurético en su alma y, de la tarde, pasó a la noche; y, en la noche, aparecieron sombras y, entre las sombras, con paso firme, se fue alejando de aquel lugar del ayer próximo al hoy.

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