PARÁBOLA DEL CABRERO

COMO CUALQUIER DÍA, TORIBIO, CABRERO U OVEJERO DEL LUGAR, TOCABA LA FLAUTA NO POR CASUALIDAD, MIENTRAS SU REBAÑO PACÍA EN EL MONTE. NO LO VIO VENIR, PERO ALLÍ ESTABA… ¡EL LOBO! Y NO DE JIJONA. TORIBIO PIDIÓ AUXILIO, PERO LOS FILIBUSTEROS DEL LUGAR DECIDIERON QUE ELLO NO ERA POSIBLE. ¿TORIBIO, UN CABRERO U OVEJERO? ¿NO ERA PEDRO EL MENTIROSO?

POR SEGUNDA VEZ, EL LOBO BAJÓ Y DEGOLLÓ A SUS CORDEROS. POR SEGUNDA VEZ: ¿QUIÉN ERA TORIBIO? ¿UN CABREO U OVEJERO, CON LAS MANOS AGRIETADAS, LA PIEL QUEMADA POR EL SOL, CON CALLOS EN LOS PIES, DE PELO Y BARBA ESPESA Y SEGURAMENTE CON PELO EN PECHO? ¿NO SERÍA QUE SUS CORDEROS PROVOCARON AL LOBO?

LA TERCERA VEZ, NO CORRIÓ, NO PIDIO AUXILIO. ¿PARA QUÉ? LOS FILIBUSTEROS SEGUÍAN EN LAS MISMAS. ¡YA NO ERA TORIBIO, LO HABÍAN APODADO PEDRO EL PATALETAS!

TORIBIO, TAL COMO SE LLAMABA, SE SENTÓ A LA SOMBRA DE UNA ENCINA Y CONTEMPLÓ CON TRISTEZA SU REBAÑO DEGOLLADO. LA VEJEZ PENETRÓ EN SU CUERPO, NO LA DE AÑOS, SÍ LA QUE PROPORCIONA EL SER HUMANO A LOS OTROS SERES HUMANOS.

EPÍLOGO: EL LOBO BAJÓ DE NUEVO, PERO COMO NO TENÍA CORDEROS DEL REBAÑO DE TORIBIO PARA ECHARLES EL DIENTE, SE ADENTRÓ EN LAS CALLES DE PUEBLO, SE ACERCÓ A LOS CORRALES DE LOS FILIBUSTEROS Y A SUS REBAÑOS DEGOLLÓ, MIENTRAS LOS FILIBUSTEROS SE PELEABAN POR VER QUIEN IMPONÍA SUS IDEAS, SUS CONTEMPLACIONES DE GRANDEZA,… MIENTRAS TORIBIO DORMÍA EN SU MÁS ANGUSTIOSA TRISTEZA.