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jueves, 6 de octubre de 2011

TODO EN SU JUSTA MEDIDA

Por desgracia, en estos días, ha saltado a la opinión pública, de políticos, de informativos, en tertulias,… la sentencia de un Juez con respecto a la palabra “zorra” de un hombre sobre su mujer, de un presunto maltratador; parece ser que se ha librado del presunto castigo por la “acepción” de zorra como astuta, lista, no por puta.
Miren ustedes, si el presunto maltratador no es presunto y sí un maltratador, ¡castíguenlo!  Y tomen las medidas oportunas para que su mujer no acabe como otras tantas en manos de su pareja.
Aún así, tengan cuidado con las teorías, opiniones, comentarios que vierten, pues todo siempre lo deben hacer en su justa medida.
Siendo yo un adolescente y discutiendo con mi hermana, le lancé un “qué zorra eres” (por lista y astuta, pues se servía de su comportamiento, más o menos sumiso, y su labia para pasar como la “bendita” frente al “bruto” de su hermano); mi padre se levantó con intención de patearme el culo.
No, no minimizo la violencia hacia la mujer. No se puede minimizar la violencia, sea física o psicológica, cuando has probado su sabor amargo o la has visto y comprobado desde la propia cercanía.
Mas, algo no pinta bien; no del caso judicial de estos días, pero sí en otros. Si un hombre llama a una mujer “zorra”, ponemos el grito en el cielo; pero, si una mujer llama a un hombre cabrón e hijo puta, nadie se tira de la melena, pues como vulgarmente se dice “no vende”. Miren ustedes, políticos oportunistas, ciudadanos de medias tintas que pisan la acera yendo de progres, el maltrato no es cuestión de “tetas” y de “pito o chorra”, el maltrato lo ejercen hombres o mujeres de jodida personalidad, por gangrena en su educación, en su experiencia,… que pagan sus frustraciones, su mal hacer, su mal talante en los maltratados, llamémosles “débiles”, si consideramos como débiles aquellas personas que no han sido educados en esa agresividad, aquellas personas que transitan por el mundo aguantanto carros y carretas y tragando toda la mierda habida y por haber sin soliviantarse frente a los violentos, manteniéndose en un punto de comprensión que raya con la cordura o en el límite inferior, en esta nuestra sociedad donde los unos vomitan y eructan  sobre los otros. Miren oportunistas del momento con síndrome indigesto del progreso, por mal camino vamos si mezclamos las churras con las merinas y todo se queda en paisajes “pajinistas” del momento. Debiera ser librada una batalla en contra del maltrato, no en contra del varón, como presunto maltratador, que es a lo que a veces “jumea” en los comentarios vulgares y cotidianos. Los varones no estamos predestinados a ser maltratadores de mujeres y hay mujeres que no son santas ni se pueden canonizar. Todo en su justa medida. Me reafirmo en contra de la violencia, pero no la de “género”, por sectorial. Las medidas deben ser tomadas frente a los unos y frente a las otras, ya está bien de discriminación que “lo que para unos es, no es para otras”. Y entiéndase bien mi alegato. Todo es probar la mala suerte en carnes de uno o cercana a él y darse cuenta de qué lado cojea la sociedad.

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