CORREO ELECTRÓNICO

sábado, 22 de octubre de 2011

UNA RAZÓN

He decidido escribirte, pues es lo mejor que sé hacer; y, como no soy capaz de mantener una conversación serena contigo por las redes sociales, pues… 


Tu sello está timbrado en mi vida y mi vida la arrastro por el presente.

Intenté comunicarme contigo, tarde, muy tarde, pasado un tiempo ya no prudencial, un tiempo esparcido en él mismo, un tiempo excesivamente disuasorio; y lo hice por carta; carta que rompí, al llegar a su destino y no encontrarse con que la persona a la que iba dirigida; carta remitida desde la casa de mis padres, al ser una carta personal y no querer que su posible devolución fuera trasteada por la que legalmente es mi mujer, no por esconderme, tanto de la carta como de ella, sí por no tener nada que contar sobre dicha carta y sobre mi vida con dicha persona que trafica con mi espacio y mi tiempo.

Mas, el destino cumple su cometido y tú me encontraste en la red social.

Supuso una  emoción que no se transmite ni por el aire, ni en las más encantadoras palabras; sí en expresiones faciales y sensaciones corpóreas que no pudiste comprobar.
Cuando conectas y estoy en la red, esperas mi intromisión mientras yo espero la tuya. Un juego de… ¿niños?
Tu escribes, yo respondo; yo escribo, tú respondes. Tus respuestas son lentas, pausadas, meditadas para no caer en…

Violento tu tranquilidad, hipnotizas mi tiempo.

Me molesta desear seguir un diálogo de frases escritas y esperadas contigo y que tú te despidas para hablar por otras redes, por otros medios, con otra gente,… llámalo egoísmo, señálalo como tú quieras, cualquier adjetivo propicia su definición, pero me hace sentirme un ser imbécil no agraciado por la buena suerte; es… como empezar a comer una fruta dulce, sabrosa y madura y que te la roben, que se te caiga o que se te pierda, o que la olvides no sabiéndola dónde buscar.
Me molestan tus rápidas conclusiones que evidencian un determinado concepto, un estigma a mi persona que no deseo, a pesar de mis errores y defectos.

En ocasiones, lo das todo por sabido de antemano.
Si no percibes el resultado esperado… Existe en ti un sentimiento de desconfianza hacia ti misma, como si no creyeras que eres… una más en la maravilla y en la ignominia del mundo; no cuentas con la suficiente autoafirmación de poder conseguir lo que te propongas, dentro de un plano lo más humanamente real, ciertos peldaños que tienes abandonados por complejo y culpa. Y de ellos formo parte, al formar parte de tu pasado incompleto, inacabado, no cerrado, ni entendido. Ello te hace centrarte en ti, pensar en ti y alejar las circunstancias de los otros, las mías, ni conociéndolas, ni entendiéndolas, ni dándoles una oportunidad. ¿Crees que no atañen al momento, al desarrollo de lo que acontece a nuestro alrededor?

Soy yo y mis circunstancias.
Tú no eres la única persona que está inscrita en mis crónicas y tampoco la más cercana al momento presente. ¡No sabes de mis cambios del vivir, del sin vivir,… que esquematizan y bosquejan tanto mi interior como mi exterior, pudiendo obstaculizar mis intereses, mis deseos!
Ansiaba poder verte, en tu paso por estos lugares que habito, en tu tránsito hacia tus efímeras vacaciones; hubiera deseado visitarte en tu ciudad de playa sosegada, tu nuevo hábitat. Y, tal vez, deseo el poder hacerlo. Tal vez, para un día, tal vez para unos segundos, tal vez,…

Pero, los deseos a veces no se cumplen. ¡Las circunstancias!

Hasta para una simple y sencilla llamada telefónica hay que tener voluntad; y, la voluntad, puede estar mermada por ¡las circunstancias!, no por el desinterés. La apatía, el decaimiento, la escasa necesidad de ti mismo inciden formando parte de un deseo quebrantado.
Mi vida ha tropezado con el desequilibrio de una mujer en cuyo interior se asienta la semilla de un pasado, en su infancia, que desdibuja la existencia del hombre, la figura del sexo contrario queda denostada. Y su direccionalidad se orientó, desde el primer momento, hacia mi propia existencia y, como se dice popularmente, sin comerlo ni guisarlo; e hizo mella en mis huesos. Un escarnio no deseado. Los sentimientos simultanean con lo más jodido del ser humano.
Las agresiones se hicieron más cotidianas y llenaron todo el espacio, sin fin, sin posibilidades de futuro, con indiferencia hacia cualquier norte, fuese ese norte yo mismo o fuese ese norte carne de sus carne.

Cuando la vida es deshonesta con la propia existencia…
    
La justicia la pintan ciega, mas, a veces, es sorda y muda. Sientes apagarse la luz; en un primer momento, deja de ser diáfana para en reversarse con la obscuridad.
Sientes necesidad de gritar, mas tu grito no encuentra resquicio entre las paredes de comisarías, cuarteles y juzgados. Vas de un lado para otro, buscando una solución, la única que te queda, pero ésta no llega y la presión y el acoso van minando tu temple, tu ganas de vivir. Recibes insultos, consejos, sentencias,… pero no el milagro que esperas.

Puertas se abren, puertas se cierran.

Aguantas en el forcejeo. Ya no sientes tu dolor, sientes el de los que dependen de ti. Te mantienes en una línea de flotación angustiosa que perturba tu ya difícil respiración. Temes la catástrofe.
Y en esta agonía pierdes la hora, el día, el lugar de encontrarte con alguien de tu pasado. Y ese alguien piensa en tu escaso interés, en tu no intención, en tu menosprecio, en tu descortesía, en tu negligencia, en tu desidia,…; mientras, encerrado entre estúpidas osadías, requiebras la mente para no acabar en la lujuria que adolece de bondad; recorres los metros para no sentirte muerto en el pequeño zulo diseñado por la adversidad. Y no logras mantenerte seguro en esa cuerda tendida en el aire bajo tus pies.

¡Circunstancias en la agenda de ese presente!

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