CORREO ELECTRÓNICO

lunes, 28 de mayo de 2012

AMAR


Amar, qué amarga palabra; tal vez, de las más amargas. Amar, dos sílabas, dos simples sílabas y un sentimiento que se prolonga en el infinito. Amar, dos sílabas, dos simples sílabas y el mayor placer o el mayor dolor.
Amar, el amor no existe, es un sentimiento de novedad en esa época en la que te encariñas de tu primera chica. Después, con el paso del tiempo y las nuevas experiencias, cuando la novedad se diluye en el pasado, llegas a querer, a desear, pero el amor deja de estar en el presente, deja de existir frente a la cotidianidad en la vida, del trabajo a casa, de casa al trabajo y, en la casa, tú, tus ilusiones, tus esperanzas, tus sueños,…
Amar no es palabra en la madurez, sí para el adolescente, también para la mujer que, según se dice, es más sensible y llora; los hombres somos más austeros.
¿Tú has amado?
Creo que me he hecho viejo prematuramente.
Sí, la amé, como sólo sé hacerlo, con la pasión más honda, a pesar de mi madurez y de mi experiencia.
Sí, el amor existe y no tengo ni 15 ni 16 años, ni soy mujer, y las lágrimas también fluyen por mi rostro. Soy reo y he confesado mi delito.
Sigo teniendo las mismas canas, pero la vejez ha entrado en ellas.
¿De qué soy culpable? ¿Acaso es un delito amar?
¿Cómo un hombre hecho y derecho puede acabar en las patrañas del amor?
El amor, el amor sí existe y cuando te encuentra, te desespera y aprendes a llorar, como lo haría cualquier mujer, te conviertes en un ser débil, sin defensas, pero amas.
Los primeros besos, el deseo y el amor pleno, en los primeros y únicos encuentros esporádicos.
Amar, qué amarga palabra; tal vez, de las más amargas. Amar, dos sílabas, dos simples sílabas y un sentimiento que se prolonga en el infinito. Amar, dos sílabas, dos simples sílabas y el mayor placer o el mayor dolor.

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