Amar, qué amarga palabra; tal vez, de las más amargas.
Amar, dos sílabas, dos simples sílabas y un sentimiento que se prolonga en el
infinito. Amar, dos sílabas, dos simples sílabas y el mayor placer o el mayor
dolor.
Amar, el amor no existe, es un sentimiento de novedad en
esa época en la que te encariñas de tu primera chica. Después, con el paso del
tiempo y las nuevas experiencias, cuando la novedad se diluye en el pasado,
llegas a querer, a desear, pero el amor deja de estar en el presente, deja de
existir frente a la cotidianidad en la vida, del trabajo a casa, de casa al
trabajo y, en la casa, tú, tus ilusiones, tus esperanzas, tus sueños,…
Amar no es palabra en la madurez, sí para el adolescente,
también para la mujer que, según se dice, es más sensible y llora; los hombres
somos más austeros.
¿Tú has amado?
Creo que me he hecho viejo prematuramente.
Sí, la amé, como sólo sé hacerlo, con la pasión más honda,
a pesar de mi madurez y de mi experiencia.
Sí, el amor existe y no tengo ni 15 ni 16 años, ni soy
mujer, y las lágrimas también fluyen por mi rostro. Soy reo y he confesado mi
delito.
Sigo teniendo las mismas canas, pero la vejez ha entrado
en ellas.
¿De qué soy culpable? ¿Acaso es un delito amar?
¿Cómo un hombre hecho y derecho puede acabar en las
patrañas del amor?
El amor, el amor sí existe y cuando te encuentra, te
desespera y aprendes a llorar, como lo haría cualquier mujer, te conviertes en
un ser débil, sin defensas, pero amas.
Los primeros besos, el deseo y el amor pleno, en los
primeros y únicos encuentros esporádicos.
Amar, qué amarga palabra; tal vez, de las más amargas.
Amar, dos sílabas, dos simples sílabas y un sentimiento que se prolonga en el
infinito. Amar, dos sílabas, dos simples sílabas y el mayor placer o el mayor
dolor.
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