Nunca he sido un gran
partidario de las leyes educativas, aunque algunas han tenido su miga o su
punto, así la L.o.g.s.e. organizó y estructuró una etapa olvidada, la de la
educación infantil; por lo demás, toda ley educativa o de otra índole, salvo
posibles excepciones, vienen siendo un patrimonio de políticos, su recuerdo, su
herencia, la fuente en mitad del pueblo o la placa de metracrilato o azulejo en
la que poner a descansar su nombre,... Piaget nos hablaba del intrusismo en la
educación y reivindicaba el desarrollo de las Ciencias Educativas, como
indagadoras en experiencias, resultados y alma mater de la enseñanza, la cepa
de la cual mamar. Estas ciencias, actualmente, "teoréticas" y no
aplicadas en su aspecto físico y material, sería posible escozor para Piget
unidas a arengas políticas, genocidio de trato a los infantes
"bebeizando" su despertar y desarrollo, más pseudos progres (que llenan
sus bocas con lo último, siguiendo modas), los cabizbajos (no sea que al
levantar sus ojos, los aduzcan), los prepotentes (yo soy yo y los demás están por debajo de
mí), los pseudo liberales (que teorizan
más que hacen (yo, para esto sí; para esto, no...), los cortos de miras (es que
no sé, no entiendo), los iluminados (ven anunciantes, apocalipsis; son visitados
por un dios mayor incorpóreo), los indigestos (yo a lo mío), los mea pilas (yo
sólo meo en mi taza de váter), los abatidos ("todo esto es una
mierda"), los lenguarones (hasta el aburrimiento), los trepas (por interés
te rondo morena), los masajistas (con sus parabienes al poder), los recataditos
(verás, es que, bueno, yo, no me gusta la violencia), los impolutos (pasean por
la acera de enfrente), los inexpertos, los arropados (querían otros estudios,
pero no llegaron y se quedaron a formar filas), los peseteros (yo trabajo por
un sueldo, lo demás...), los aprendices (yo sólo sé que no sé nada y estoy
abierto), los inmaduros, los... los..., los...
¿Y cuando surge un problema
qué hacemos?
¿Ir al origen de problema?,
¿analizar su esencia?, ¿tomar apuntes?, ¿filosofar?, ¿aumentar la ratio de los
libros por mochila?, ¿bajar niveles educativos?, ¿menospreciar el problema?,
¿simplificar los resultados?, ¿pruebas, pruebas, pruebas,…?, ¿llenar de letras
hojas de papel?, ¿pomadas para disimular las estrías y las arrugas de la
educación?, ¿taponar la herida para que no fluya sangre?,…
Y enlazado a todo ello la
diplomacia y la sonrisa entreverada, un políticamente correcto y desiertos de
tiza, a los que sumar un mayor número de ratio, recortes en el sueldo y en el
número de profes,… (premisas a los que uno tras otro achacan el fracaso
escolar. Y la casa sin barrer con un “que si tú” “que si yo”. Y las mochilas rompiéndose por
las costuras y doblando el espectro del futuro del individuo adulto, sazonado
con un hemos hecho lo que se ha podido o lo que indica la ley.
¿Se acuerdan de aquellos
nuestros antiguos maestros? ¡Pues, los hubo buenos, muy buenos, buenísimos que
sin fustigar, sin recursos de agresión física, con una mierda de enciclopedia
fueron capaces de desarrollar la educación, la cultura, el pensamiento
intelectual, la razón, en algunos de nosotros, aunque algunos no fuésemos tan
aplicados en aquellos momentos como ellos hubiesen deseado.
Hoy enormes mochilas,
infinidad de libros y cuadernillos, planteamientos teocráticos, pruebas,
pruebas, pruebas y… ¿educación?, ¿cultura?, ¿intelectualidad?, ¿razón?
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