CORREO ELECTRÓNICO

jueves, 19 de julio de 2012

¿TAL VEZ UN 15 M EN LA EDUCACIÓN?


Nunca he sido un gran partidario de las leyes educativas, aunque algunas han tenido su miga o su punto, así la L.o.g.s.e. organizó y estructuró una etapa olvidada, la de la educación infantil; por lo demás, toda ley educativa o de otra índole, salvo posibles excepciones, vienen siendo un patrimonio de políticos, su recuerdo, su herencia, la fuente en mitad del pueblo o la placa de metracrilato o azulejo en la que poner a descansar su nombre,... Piaget nos hablaba del intrusismo en la educación y reivindicaba el desarrollo de las Ciencias Educativas, como indagadoras en experiencias, resultados y alma mater de la enseñanza, la cepa de la cual mamar. Estas ciencias, actualmente, "teoréticas" y no aplicadas en su aspecto físico y material, sería posible escozor para Piget unidas a arengas políticas, genocidio de trato a los infantes "bebeizando" su despertar y desarrollo, más pseudos progres (que llenan sus bocas con lo último, siguiendo modas), los cabizbajos (no sea que al levantar sus ojos, los aduzcan), los prepotentes  (yo soy yo y los demás están por debajo de mí),  los pseudo liberales (que teorizan más que hacen (yo, para esto sí; para esto, no...), los cortos de miras (es que no sé, no entiendo), los iluminados (ven anunciantes, apocalipsis; son visitados por un dios mayor incorpóreo), los indigestos (yo a lo mío), los mea pilas (yo sólo meo en mi taza de váter), los abatidos ("todo esto es una mierda"), los lenguarones (hasta el aburrimiento), los trepas (por interés te rondo morena), los masajistas (con sus parabienes al poder), los recataditos (verás, es que, bueno, yo, no me gusta la violencia), los impolutos (pasean por la acera de enfrente), los inexpertos, los arropados (querían otros estudios, pero no llegaron y se quedaron a formar filas), los peseteros (yo trabajo por un sueldo, lo demás...), los aprendices (yo sólo sé que no sé nada y estoy abierto), los inmaduros, los... los..., los...
¿Y cuando surge un problema qué hacemos?
¿Ir al origen de problema?, ¿analizar su esencia?, ¿tomar apuntes?, ¿filosofar?, ¿aumentar la ratio de los libros por mochila?, ¿bajar niveles educativos?, ¿menospreciar el problema?, ¿simplificar los resultados?, ¿pruebas, pruebas, pruebas,…?, ¿llenar de letras hojas de papel?, ¿pomadas para disimular las estrías y las arrugas de la educación?, ¿taponar la herida para que no fluya sangre?,…
Y enlazado a todo ello la diplomacia y la sonrisa entreverada, un políticamente correcto y desiertos de tiza, a los que sumar un mayor número de ratio, recortes en el sueldo y en el número de profes,… (premisas a los que uno tras otro achacan el fracaso escolar. Y la casa sin barrer con un “que si tú”  “que si yo”. Y las mochilas rompiéndose por las costuras y doblando el espectro del futuro del individuo adulto, sazonado con un hemos hecho lo que se ha podido o lo que indica la ley.
¿Se acuerdan de aquellos nuestros antiguos maestros? ¡Pues, los hubo buenos, muy buenos, buenísimos que sin fustigar, sin recursos de agresión física, con una mierda de enciclopedia fueron capaces de desarrollar la educación, la cultura, el pensamiento intelectual, la razón, en algunos de nosotros, aunque algunos no fuésemos tan aplicados en aquellos momentos como ellos hubiesen deseado.
Hoy enormes mochilas, infinidad de libros y cuadernillos, planteamientos teocráticos, pruebas, pruebas, pruebas y… ¿educación?, ¿cultura?, ¿intelectualidad?, ¿razón? 

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