miércoles, 7 de noviembre de 2012
DESTEMPLANZA
Hoy, mientras paseaba calle arriba calle abajo, me he cruzado con un individuo en cuya cara no se perfilaba ni síntomas de alcohol, ni cualquier otro tipo de droga; su ser destilaba sombras de pobreza. Un gorro de lana y una pelliza, unos pantalones y unos zapatos de colores oscuros abrigaban su destemplanza. Un carrito destartalado con desperdicios encontrados en los contenedores de la basura. Bien es cierto que chamarileros, chatarreros existieron en su tiempo, pero éstos crearon sus propios negocios familiares de reciclado, y otros no tan familiares, a lo que hay que sumar los puntos limpios de los ayuntamientos; pero, en este individuo se manifestaba un guerrear en su propia necesidad. Cuando la pobreza la sientes a gran distancia, en tierras lejanas, no causa tanta bilis como la que se encuentra delante de tus sobrecogidos ojos. Y una frase se encarama a tu entendimiento "en algo hemos fallado". Se arremolinó en el suelo, frente a un banco de piedra, mientras se probaba unos zapatos, sobre un trozo de cartón. No pasados 15 minutos, otro individuo de aspecto grandote, con pantalones y cazadora color crema, batía con un palo en los mismos contenedores; le acompañaba un famélico carrito de la compra.
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