CORREO ELECTRÓNICO

sábado, 21 de septiembre de 2013

UNIVERSIDAD

Por mucho que algunos piensen,
los tiempos están cambiando,
están cambiando los tiempos,
¡agárrense que aquí vamos!
Han sido tiempos sombríos
y aún no son los tiempos claros,
pero soplan nuevos vientos
parece que respiramos.

Hace décadas que el cantautor Luis Pastor (canción protesta) musicalizó y cantó estos versos. Los tiempos estaban cambiando. El pueblo tenía qué decir y el hijo de obrero accedía a la universidad, con el dinero ahorrado por sus padres con el mucho trabajar y las horas extras voluntarias y obligatorias, o trabajando el propio alumno para poder pagar sus estudios, dependiendo todo de la soltura económica de cada quien. Existía un interés educativo-cultural,  interés por saber y conocer, y un interés por un posible futuro prometedor. Los tiempos estaban cambiando. Hoy, el acceso a la universidad se pone complejo, notas de corte altas en aquellas carreras con más salidas o “Interesantes”, en el momento actual; siempre ha existido, pero en la actualidad es descarado, dejando algunas facultades o carreras para solucionar la denegación de la que en un principio se quería, creando una sensación de “carrera maría” y echando sobre ella la comida sobrante, lo que las otras no quieren. Hoy, acceder a la universidad se complica, los medios de transportes para todos aquellos que no viven cercanos a ella son pésimos, los transportes dejan mucho que desear, de hora en hora, pues la infraestructura de trenes de cercanías no ha llegado donde debería haber llegado. Y, en los momentos presentes, con la crisis…Hoy, el acceso a la universidad es difícil por el mismo precio de coste de la carrera a estudiar y de todo lo que se desprende de ella. Hoy, el acceso a la universidad es de fulaneo, las notas de cortes de unas a otras se diferencia en puntos importantes, ¿qué se quiere crear, universidades de más listos y de más tontos, universidades con salidas directas y universidades de títulos en la pared como adorno? A ello hay que unir las universidades de ricos y menos ricos, a ello hay que soldar la masificación, los planes de estudios, los recortes en profesorado y servicios,… Y qué decir con la preparación con la que llegan los alumnos de sus etapas anteriores diluidas en pasar un curso detrás de otro, con un carácter más de sumar años que de calidad de la enseñanza, cuatro conocimientos y medio y una ortografía alucinante; escasas lectura, escasos intereses culturales, escasas pertenencias a colectivos y a asociaciones de cualquier índole, escasas asistencia al teatro,… ¿Qué motivación les plantea está sociedad políticamente correcta, en crisis, en detrimento de la cultura, del saber, en una sociedad de botellón, en esta sociedad de miembros y miembras? Los tiempos están cambiando, pero no soplan nuevos vientos a respirar. Todos analfabetos en algunos años, todos en dos clases sociales bien definidas y con todos los cabos atados; una inmensa mayoría al servicio de una minoría de caciques aburguesados a los que ni se les puede ni se sabe que contestar pues nuestra inteligencia no existirá, ya que no seremos ilustrados. Y la universidad para los hijos de esa minoría, al estilo y usanza de aquellos años que pasaron y vuelven repletos de sorpresas. ¡Agárrense que aquí vamos! Mas el tránsito será en democracia, sin violencias, con políticas austeras en torno al hijo del currante y con la cortesía del ciudadano políticamente correcto, asumiendo desigualdades y desengaños. Y labraremos el campus universitario, mientras esos otros refrigeran su cuerpo tumbados en la hierba 

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