La enseñanza pública, la de
calidad, está en peligro de extinción.
La enseñanza pública va de
capa caída. Hace algunos años, empezó a brillar el sol, la única diferencia con
la privada era la hípica y la natación. La legislación, con sus errores,
apostaba por los padres de la pedagogía moderna, “LA ESCUIELA NUEVA”; personajes
como las hermanas Agazzi, Froëbel, Montessori, Ausubel, Decroly, Freinet,
Vygotski, Freire, Neill, Piaget, escuelas Bosco,… (no olvidemos a Rousseau), movimientos
de renovación pedagógica en Cataluña, Madrid,… un cóctel de médicos, pedagogos,
políticos, religiosos, maestros,…, una actitud frente al proceso de la
enseñanza, inundaba nuestras aulas, nuestra pedagogía, nuestros recursos,
nuestros proyectos, nuestras ilusiones; tal vez, algunos fuesen llevados por la
marea del esnobismo, de la moda, pero frente a éstos, una gran mayoría nos
adentrábamos en esa promesa de presente y de futuro. Hoy, de la noche a la
mañana, nos recortan los recursos materiales y humanos, nos cambian los planes
educativos por planes políticos, cambian calidad por presunta “excelencia”, un
mal bilingüismo sin arraigar y desarrollar, reducen las clases de música
(recuerdo aquellos maestros de música que parecían hombres y mujeres orquestas
yendo de pabellón en pabellón y luchando por un aula. ¡Y lo consiguieron! En
Fuenlabrada, uno de ellos decoró su clase como si fuese un bosque encantado.
Maestros de música que se organizaron en el colectivo AMAMUS, que organizaban
cursillos entre ellos y, al inicio del verano, cursillos de aprendizaje de
bailes, canciones y diversas actividades para llevarlas al aula). La artística
se queda en simples láminas y troquelados, asistimos a un juego de colección de
libros de texto (cada vez que se encuentra una dificultad en el alumno, más
libros), la acción tutorial desaparece frente a los alumnos (sólo queda para
los padres y como representantes de un aula), las horas pertenecen por entero a
las materias, la experimentación se queda a un lado frente a la teoría sin
demostrar. Obligamos a los alumnos de infantil a sentarse y esperar el
desayuno, la comida y la cena de fichas indigestas (¿Dónde quedaron aquellas
jornadas de infantil en las universidades, en el mes de junio, donde se
intercambiaban experiencias y donde los que fuimos ponentes defendimos con
nuestra palabra, nuestra experiencia, nuestro material, nuestras ideas,
nuestros proyectos aquello a lo que nos habíamos comprometido, unos preceptos
para una ejemplar educación). Apenas existen talleres, escuelas de padres,… Los
proyectos se han ido al garete y en su lugar las editoriales llaman proyectos a
sus libros editados. ¿Qué pasó con los principios educativos de la Escuela
Nueva que aún deberían estar vigentes? Una portada en papel couché esconde un
desarrollo de escasa componenda pedagógica y de mucho bla bla bla en los
tiempos actuales. También existieron dificultades y conflictos, pero, aún con
eso, prefiero aquellos tiempos desnudos que a estos vestidos. ¿Y qué hacemos?
¡Echar a los leones a aquellos locos valientes! ¿Feliz día del maestro?
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